lunes, 17 de enero de 2011

ANSIEDAD: UNA BREVE DESCRIPCIÓN DE SU ESTADO EVOLUTIVO.

AUTOR
Dr. Francisco Javier Vega Rojas.

REVISOR
DR. SORIANO PA.

La palabra ansiedad nos remonta a cuadros psicopatológicos generales o a trastornos de ansiedad en particular, sin considerar que el verdadero trasfondo de dicho estado es de importancia evolutiva para la supervivencia de las especies. Es un estado emocional resultante de presiones adaptativas que se manifiesta frente a un peligro real o potencial tanto en humanos como en animales inferiores que pueden exhibir estados equivalentes; dotándolos de capacidades para enfrentarse mejor con dichas situaciones amenazadoras y potencialmente dañinas.

En presencia de estímulos indicadores de peligro, sean aprendidos o innatos, el sujeto presenta dos comportamientos principales: Evaluación del riesgo y estado de ansiedad. El primero incluye la evaluación de la situación a enfrentar, con medidas precautorias y aguda observación del ambiente. El estado de ansiedad comprende el conjunto de emociones y respuestas que se modifica gradualmente según la probabilidad de ocurrencia y proximidad del peligro; va desde un estado de alerta tenso, con inhibición comportamental y evitación de la situación hasta el miedo, con respuestas defensivas como huida descontrolada, o incluso lucha y ataque con la finalidad de alejar al causante del peligro. Así el sujeto pasará del estado de ansiedad al miedo, llegando finalmente en situaciones extremas al pánico.

Un factor desencadenante de ansiedad es afrontar un conflicto en el que el sujeto debe hacer una elección entre dos situaciones simultáneas e incompatibles entre sí, ya sea entre una situación recompensadora y una desagradable (aproximación/evitación), dos desagradables (evitación/ evitación) o dos agradables (aproximación/aproximación). Para garantizar su supervivencia el individuo solucionará satisfactoriamente los conflictos, mediante el estado de alerta producido por niveles bajos de ansiedad, recurso fundamental de protección y adaptación para lograr la evolución.

En el lenguaje ordinario la palabra emoción se refiere a los sentimientos subjetivos que son difíciles de definir. Los neurocientíficos también usan esta palabra para actividades del encéfalo evocadas por incentivos para la sobrevivencia. Por tanto las respuestas emocionales incluyen el escape de un predador potencial, beber cuando se tiene sed, sudar cuando hace calor, y respuestas a la presencia de una pareja o un rival potencial.

Prácticamente en todas las culturas se ha encontrado evidencia de patrones diferenciales de actividades del sistema nervioso autónomo para las diferentes emociones, aunque se manifiesten de diferentes maneras; situación desafiante ante la creencia de que las emociones son construcciones sociales sin implicaciones biológicas importantes.

Estos patrones neurales específicos sin duda evolucionan, desarrollando para cada emoción conductas motoras adaptativas que preparan al individuo para acciones diferentes, que no redundan sólo en expresiones faciales, si no en imaginación, memorias, expectativas y otras actividades cognitivas que no son concebibles sin la participación de niveles neurales superiores. Así se ha postulado que la ira ha evolucionado a partir de la lucha, el temor a partir de la huida; la pena, el dolor y la culpa a partir de las pérdidas y los celos a partir del amor romántico y el deseo sexual.

La disfunción de las estructuras reguladoras de la ansiedad, interfiere de manera significativa en el organismo como un todo, ocurriendo respuestas exageradas frente a estímulos amenazadores e intensificando sensaciones desagradables. Así, amenazas que serían leves o insignificantes a otros, pasan a producir respuestas fisiológicas comportamentales equivalentes a amenazas graves.

Las estructuras neurales investigadas en el estudio de la ansiedad generalmente son dos componentes del sistema límbico: la amígdala (con funciones conductuales y emocionales) y la formación hipocámpica (su función principal es la memoria). Ambos funcionan como interfase recibiendo información de diferentes sistemas sensoriales y sensitivos, asociándola con la almacenada en el hipocampo, para darle una interpretación emocionalmente relevante o no y coordinarla con la emisión de respuestas.

Los estados mentales anormales con síntomas de ansiedad excesiva pueden relacionarse con actividad inapropiada de la amígdala, los pacientes presentan episodios graves, ataques de pánico, de actividad excesiva del sistema nervioso simpático o una alteración generalizada dominada por sensaciones subjetivas de preocupación o manifestaciones motoras con tensión muscular y temblores.

Estudios experimentales clínicos concluyeron que el sistema límbico normal, en especial la amígdala, se encarga de reacciones afectivas tan intensas como el miedo y la cólera, y las emociones que se vinculan con la conducta sexual. Cambios en la función visceral y motora somática acompañan a estas emociones y está demostrado que la estimulación eléctrica de la amígdala produce respuestas similares. Éstas incluyen incremento del ritmo cardiaco, supresión de la salivación, incremento de los movimientos gastrointestinales y dilatación pupilar. Los movimientos respiratorios y faciales también cambian, y los pacientes experimentan irritabilidad generalizada, que suele manifestarse con movimientos súbitos (reacción de sobresalto) en respuesta a un estímulo sensorial ligero.

Por lo general la lesión o enfermedad de la amígdala humana se combina con daños a la formación hipocámpica y en ocasiones también a la corteza de asociación visual del lóbulo temporal, por lo que causa una mezcla de trastornos conductuales y cognoscitivos.

Finalmente podemos decir que la ansiedad es un estado emocional resultante de presiones adaptativas durante la evolución, que ha utilizado mecanismos ligados al miedo, a la memoria, a la exploración del contexto y la localización de objetos en el espacio, a la organización de los programas motores y a las funciones ejecutivas para organizar su sustrato neural.
Toda evolución es una nueva forma de combinar mecanismos preexistentes, habitualmente más simples o relacionados con funciones inferiores para garantizar la supervivencia de los individuos.

Cuando este estado se exagera, ocurre frente a estímulos poco intensos (que en otros organismos no desencadenan emociones), u ocurre de manera continua generando patología relacionada con el sistema original como el trastorno de ansiedad generalizada; u otros cuadros clínicos ansiosos que se desenvuelven como consecuencia de alteraciones en otros sistemas y se relacionan sólo de manera lateral con los mecanismos centrales de la ansiedad, como el trastorno obsesivo compulsivo.

El impacto de los trastornos conductuales y cognoscitivos sobre el desempeño cotidiano del individuo está despertando el interés de investigadores para desarrollar nuevos modelos experimentales que auxilien en el estudio del comportamiento, las bases neurales y sus posibles estrategias terapeúticas, incluyendo el conocimiento completo del mundo de las emociones.







REFERENCIAS

1.- Becerra-García A M, Madalena A C, Estanislau C, et al. FEAR AND ANXIETY: ADAPTATIVE VALUE AND MALADAPTATIONS, Rev Latinoam Psicol, 39 (1), 2007.

2.- Márquez M A. FOBIA A LOS ANIMALES: HACIA UNA DELIMITACIÓN DE SUBTIPOS, Anxia, 7, ene-mar 2003.

3.- American Psychiatric Association. (1994) DSM-IV-R. Diagnostic and statistical manual of mental disorders (revised fourth ed.), APA, Washington, DC.

4.- Márquez M A. ASPECTOS PSICOLÓGICOS DEL TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL, Anxia, 8, abr-jun 2003.

5.- Kiernan J A. EL SISTEMA NERVIOSO HUMANO, UN PUNTO DE VISTA ANATÓMICO. Editorial McGraw-Hill Interamericana, 8ª. Edición, 2006, México DF.

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